El libro Blanco de la Acción Social de las
Hermandades y Cofradías

Presidente y miembros de la Junta Superior del Consejo, Hermanos Mayores, diputados de caridad y de formación, señoras y señores:

I. PREÁMBULO 

Narra San Mateo en su Evangelio el conmovedor episodio que Jesús protagoniza en el lago Tiberiades. Tras el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, el Señor se retiró a orar y ordenó a los discípulos que embarcaran para cruzar el lago. De madrugada, cuando la barca estaba ya lejos de la tierra y el viento la azotaba con bravura haciéndola zozobrar, el Maestro apareció de repente caminando sobre las aguas. Los discípulos, asustados, creyeron que era un fantasma pero, en seguida, Jesús disipó sus miedos. Entonces Pedro le pidió al Maestro que le hiciera caminar sobre las aguas hasta Él.Y así fue: Pedro caminó sobre las aguas y anduvo mientras su fe permaneció firme; pero, al dudar por la fuerza del viento, comenzó a hundirse. Y Jesús, tras salvarlo, le recriminó: “Hombre de poca fe ¿por qué vacilaste? (Mt, 14, 22-36).

Hoy estas palabras cobran para nosotros un especial valor: “Hombre de poca fe ¿por qué vacilaste?”. Porque el Señor todo lo puede en aquellos que confían en Él. Y no hay empresa, por difícultosa y comprometida que sea, que no pueda llegar a buen puerto si confiamos en la ayuda del Señor.

II. LA APORTACIÓN DEL LIBRO BLANCO

Con este espíritu comenzamos a trabajar a partir de junio de 2003 en la elaboración de un proyecto de acción social conjunta para nuestras Hermandades y Cofradías. Anteriormente, como sabeis, habíamos tenido ocasión de dedicar el Encuentro de Hermanos Mayores de noviembre de 2002 al estudio de la acción social de nuestras Hermandades, analizando en en aquel foro el pasado y el presente de la asistencia social de nuestras corporaciones y proyectando igualmente nuevas perspectivas y líneas de trabajo, abriendo el horizonte de acción hacia campos aún inexplorados. De aquel encuentro nació, como ya se ha dicho, el propósito de elaborar el Libro Blanco sobre la Acción Social de las Hermandades y Cofradías de Sevilla. En cualquier caso, pienso que aquel Encuentro resultó decisivo: no sólo por el trabajo que hoy se presenta, sino porque de él nació una conciencia de que nuestras Hermandades podían dar un salto cualitativo en el desarrollo de sus programas de acción social.

Por eso, justamente, el Libro Blanco no puede ser contemplado como un punto de llegada, sino como un punto de partida: porque a partir de él las Hermandades estamos llamadas a analizar estos datos y reflexionar sobre ellos. Y aunque hayamos de reconocer que es mucho y muy bueno lo que se hace, también resulta preciso huir de cualquier vana tentación de autocomplacencia: porque podemos y debemos hacer más. Para ello no hay nada mejor que saber más acerca de lo lo que somos y de lo que hacemos: para conocernos mejor y también para que nos conozcan mejor, pero, sobre todo, para tener una visión más completa de la realidad actual de la acción social de nuestras Hermandades y plantearnos, en virtud de ello, qué podemos mejorar y hacia dónde debemos caminar en el futuro.

La semilla que se sembró entonces comenzó a germinar en junio de 2003, cuando la Asamblea General de Hermanos Mayores acordó nombrar una comisión para que estudiara la viabilidad de una acción social conjunta. Sin dilación se comenzó a trabajar en un doble proceso:

1. Por un lado, en la elaboración de la encuestas de acción social que nos han permitido confeccionar el Libro Blanco.
2. Por otro, y de manera prácticamente simultánea, en el estudio de las posibles vías para el desarrollo de una acción social conjunta.

III. LA ACCIÓN SOCIAL CONJUNTA: LÍNEAS DE TRABAJO

Créanme si les digo que el camino que hemos recorrido hasta ahora no ha estado exento de dificultades y vacilaciones, pero jamás dudamos de la firmeza de nuestro propósito y de que con perseverancia lograríamos arribar a propuestas concretas. Actualmente seguimos inmersos en ese proceso: es una senda de reflexión y de maduración colectiva que entendemos redundará finalmente en los resultados que se obtengan. Decía hace un momento que el trabajo está siendo árduo: son muchas las reuniones que se han mantenido en este tiempo y las que aún restan por mantener; pero a la fecha de hoy podemos avanzar algunos de los resultados de nuestro empeño del cual queremos hacerles desde ya partícipes. Como pueden ustedes suponer no tienen carácter definitivo, son más bien propuestas de trabajo abiertas a la reflexión crítica y constructiva, al diálogo sincero y a la posiblidad de su mejora y eventual superación. Esto que ahora trasladamos a nuestras Hermandades y, muy particularmente, a los Hermanos Mayores y Diputados de Caridad y Formación no es un proyecto cerrado, sino más bien todo lo contrario: un avance de las líneas de trabajo en las que entendemos que puede concretarse el mandato de Asamblea General de Hermanos Mayores de junio de 2003 en orden al estudio de la viabilidad de una acción social conjunta.

En este sentido, hemos detectado dos líneas de actuación que consideramos complementarias, a saber:

III. I. La Constitución de un Grupo De Apoyo De La Acción Social De Las Hermandades 

Del propio Libro Blanco que acabamos de presentar se desprenden algunas conclusiones que precisan ser consideradas. No sólo porque se detecta porque se constata el carácter altamente disperso de la acción social de nuestras Hermandades, sino también porque las iniciativas que se acometen resultan con frecuencia eventuales, circunstanciales y esporádicas. Hay además duplicidad en las prestaciones, coincidencia que repercute en la menor eficacia de los proyectos que se emprenden; y por otra parte, se detecta un escaso desarrollo del voluntariado social en nuestras Hermandades. Todos estos aspectos nos llevan a considerar como deseable la constitución de un grupo de apoyo que, al servicio de las Hermandades y respetando siempre su propia autonomía en el diseño y gestión de sus proyectos de acción social, pueda proporcionar a las corporaciones que lo soliciten, medios, instrumentos, información y metodologías adecuadas en orden a promover y fomentar un desarrollo coherente y eficaz de la acción asistencial. Nos parece que este grupo de apoyo puede asumir también otro de los grandes desafíos del presente: la formación en la caridad, la concienciación de su trascendencia como expresión privilegiada de testimonio cristiano y la necesidad de una implicación personal cada vez mayor de nuestros hermanos en esta materia. Más específicamente, la labor de apoyo de este grupo de trabajo persigue los siguientes objetivos:

A) Desarrollar una labor de concienciación de la importancia de la caridad como la primera y privilegiada forma de testimonio cristiano, partiendo de tres presupuestos:

1º.Que la caridad no consiste sólo en dar sino en darse, con una total disponibilidad al prójimo, auspiciando la gestación de un cuerpo de voluntarios en nuestras Hermandades decididos a prestar un servicio a los hermanos necesitados.

2º. Que la acción social requiere no sólo de medios, sino también y con carácter prioritario, de voluntad, o mejor, de voluntades. Por eso, es preciso trasladar a nuestras Hermandades este mensaje que, por sencillo, tantas veces pasa desapercibido: hacer caridad no es dar limosna, sino empeñarse personalmente en asistir al hermano necesitado no únicamente para paliar una carencia concreta, sino para contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a hacer justicia, erradicando las causas que generan la marginación y la exclusión social.

3º. Que esta tarea requiere de una conciencia clara de que nuestra compromiso no puede resolverse únicamente en acciones puntuales y concretas, sino que se precisa un esfuerzo sostenido en el tiempo y una acción decidida de nuestras corporaciones en la labor asistencial, conforme a programas coherentes y ordenados que eviten la dispersión y la eventualidad en la asignación de fondos y en la administración de esfuerzos.

B) Estimular, fomentar y propiciar el nacimiento de nuevas iniciativas en materia de acción social o la profundización en las ya existentes. Para ello, se contempla:

1. Establecer cauces de comunicación de necesidades y de medios entre las diversas Hermandades.
2. Potenciar la cooperación entre ellas así como el trasvase de información que permita evitar la duplicidad en las prestaciones o la concentración inadecuada de esfuerzos sobre un determinado ámbito de acción.
3. Informar a las diputaciones de caridad de conciertos y convocatorias de subvenciones de acción social de carácter público o privado que puedan ser solicitadas.

C) Proporcionar una formación específica que permita el desarrollo más eficiente y mejor articulado de los proyectos que se acometan. La ejecución de un proyecto asistencial puede requerir, y de hecho así ocurre, el adiestramiento en determinadas habilidades o conocimientos, de cuya adquisición depende el buen fin del mismo.

Como se puede apreciar esta línea de trabajo está en la actualidad muy avanzada y, por ende, puede comenzar a desarrollar su labor en los próximos meses, a través del grupo de apoyo que con tal fin se ha constituido. En este sentido, se ha diseñado un Plan de Comunicación que comprende dos fases: 1ª) Fase de Trabajo de campo; 2ª) Fase de Divulgación y difusión . La primera de ellas se podría desarrollar entre los meses de mayo y junio, articulándose bajo la forma de reuniones por días (para las Hermandades de Penitencia) y por sectores (para las Hermandades de Gloria y Sacramentales)con el propósito de propiciar un conocimiento mutuo, un cambio de pareceres sobre la acción social en general y sobre el proyecto de acción social conjunta en particular, a partir del intercambio de ideas y experiencias con los diputados de caridad. La fase de divulgación y difusión, por su parte, se desarrollaría entre octubre y noviembre de 2004 y se orienta hacia la presentación de proyectos sociales y programas formativos concretos mediante reuniones de los miembros de la comisión de acción social conjunta con cada una de las Hermandades.

III. II. La creación de uno o varios proyectos específicos de acción social

La segunda línea de trabajo del proyecto de acción social conjunta apunta hacia la búsqueda de uno o varios proyectos asistenciales específicos que puedan ser asumidos colectivamente por nuestras corporaciones. Entendemos que cualquier proyecto de acción social tiene que ir más allá de la fase de concienciación, formación y apoyo a las Hermandades que, con ser necesaria, resulta, aisladamente considerada, insuficiente. Porque es preciso dar un salto cualitativo en el diseño y ejecución de la asistencia social de nuestras Hermandades. Y estamos persuadidos de que cualquier proyecto que se emprenda deberá revertir hacia la propia ciudad de Sevilla que es, al fin y a la postre, la tierra de misión en la que como laicos nos hallamos inmersos. Como católicos comprometidos estamos llamados a transformar la realidad que nos circunda. Creemos que nuestras Hermandades deben mucho a la ciudad y sentimos que hay realidades tan próximas que no podemos seguir ignorando por más tiempo.

Esta segunda línea de trabajo se encuentra en la actualidad menos definida que la primera, entre otras cosas porque el propio panorama asistencial que se desprende del Libro Blanco sugiere que el abanico de acciones asistenciales de nuestras Hermandades es extraordinariamente amplio y, por ende, la tarea de identificar de manera precisa un ámbito de actuación al que no llegue la ayuda de las Hermandades presenta un elevado nivel de dificultad.

Justamente, por ello, la definición de un proyecto conjunto de acción social se ha constituido en uno de los principales escollos para continuar avanzando en el diseño de una propuesta de acción que someter a la consideración de la Asamblea General de Hermanos Mayores. Tanto la comisión de Hermanos Mayores como el grupo de trabajo, que con carácter delegado de aquella, se constituyó a fin de dinamizar el proceso y de establecer un órgano permanente que coadyuvara en el estudio y en la propuesta de iniciativas y posibles vías de acción, han tratado durante estos meses de circunscribir el trabajo a un ámbito prioritario de acción social hacia el que encaminar nuestros esfuerzos.

El hecho ya citado de que no exista un ámbito de actuación definido nos ha conducido a la delimitación de un espacio geográfico concreto. Nos referimos a las zonas de exclusión y de marginación social, lugares degradados en extremo, guetos donde la ciudad deshilvanada se deshace entre la incuria y el olvido, espacios urbanos preteridos tantas veces por las administraciones y por instituciones públicas y privadas, en los que sus habitantes caen frecuentemente en una dinámica infamante y depravada de drogadicción y delicuencia. El Polígono Sur de Sevilla representa lo que la literatura científica más reciente ha dado en denominar “el cuarto mundo”, el sur del norte: un lugar desestructurado enclavado precisamente en el corazón de la abundancia de los países desarrollados.Allí donde parece que la ciudad no existe, creemos que las Hermandades podemos hacer algo por la recuperación del entorno, por la promoción humana y social, rompiendo la cadena que inexorablemente ata a sus habitantes a la exclusión y la miseria.

Desde esta perspectiva, nuestra atención se ha centrado en el Polígono Sur y, más en particular, en la zona de las Tres Mil Viviendas. Hemos mantenido los siguientes encuentros:

· En primer lugar, nos hemos entrevistado con grupos parroquiales de Las Letanías y con el Párroco de Nuestra Señora de Oliva y Vicario de Sevilla II, D. José García Caro.

· En fechas recientes, visitamos “in situ” las dependencias de la Asociación “Entre Amigos” que desarrolla en los lugares más degradados de las Tres Mil Viviendas un programa de apoyo escolar, un taller para madres y un proyecto de inserción laboral, visita que marcó un antes y un después en nuestra propia experiencia personal: una realidad impactante y sobrecogedora que deja estupefacto al que la conoce y que zarandea las conciencias y nos interpela con su descarnada crudeza.

· Igualmente, nos hemos reunido con representantes del Proyecto Asiste para la erradicación del absentismo escolar.

· También hemos contactado miembros de la Plataforma “Nosotros también somos Sevilla” constituida por grupos vecinales del entorno, por asociaciones benéficas, movimientos parroquiales y colectivos ciudadanos y que trata de reivindicar una respuesta adecuada y coordinada por parte de los poderes públicos a los graves problemas que atenazan al entorno.

· Otra de las reuniones que mantuvimos fue la celebrada con Don Miguel Conrado Montes, S.D.B., Párroco de Jesús Obrero, parroquia que, con la implicación directa de la orden salesiana, viene realizando, desde hace más de veinte años, una meritísima labor de promoción humana y social en el entorno de las Tres Mil Viviendas.

En próximas fechas, esperamos poder entrevistarnos con Jesús Maeztu, autoridad única para la zona del Polígono Sur, que trata de articular mecanismos de coordinación de las diversas administraciones en orden a la mejora de las condiciones de vida, a la rehabilitación de la zona y a la erradicación a medio plazo de las causas de exclusión y marginación social. Todos estos contactos y algunos que podamos realizar nos permitirán ir definiendo algunas propuestas sobre proyectos conjuntos de actuación que serán analizadas por la Comisión de Hermanos Mayores y por la Asamblea General. Los presupuestos sobre los que entendemos debe basarse esta posible actuación son los siguientes:

a) En primer lugar, la caridad no puede quedar reducida exclusivamente a su aspecto económico. No se trata, como ya se ha indicado, de dar, sino de darse, con una voluntad decidida de disponibilidad y servicio hacia los hermanos. Por eso, la acción social debe tratar de huir de la eventualidad y la ocasionalidad para plasmarse en programas de acción racionalmente ordenados a la consecución de fines concretos, programas sostenidos en el tiempo que cuenten con una implicación directa de nuestras Hermandades no ya en el aspecto económico sino, sobre todo, en el aspecto personal a través de la formación y la incorporación de voluntariado.
b) En segundo lugar, la acción social conjunta se ha de construir de manera inequívoca sobre el más escrupuloso respeto a la autonomía de las acciones asistenciales de cada Hermandad. No podemos ignorar el enorme potencial de la acción social que nuestras Hermandades canalizan y la necesidad de que dichas acciones se sigan desarrollando en el futuro.
c) En tercer lugar, es preciso enfatizar que el proyecto de acción social conjunta aspira a autofinanciarse, de modo que su ejecución no menoscabe las aplicaciones económicas de las acciones sociales de cada Hermandad.
d) En cuarto lugar, conviene subrayar que la acción social conjunta debe abandonar una concepción caduca y alicorta de la caridad para apostar por un modelo de compromiso social y de promoción humana. Aquello que hagamos, si finalmente lo hacemos, deberá tratar de esquivar la caridad limosnera y paliativa que, a pesar de ser necesaria para resolver situaciones especialmente perentorias, no aspira a transformar la realidad. Sería pretencioso por nuestra parte pensar que podemos transformar una realidad tan tremendamente compleja como el Polígono Sur, pero eso no puede hacernos abdicar de un compromiso por la promoción humana y social, tendente a la erradicación de las causas de marginación y exclusión social. Luchar por la justicia y reivindicar los derechos de las personas es también una manifestación del amor hacia los hermanos.
e) Por otra parte, no huelga advertir que la realidad social de estos barrios es extraordinariamente compleja y que existe un enorme campo de trabajo sobre el que actuar. Son muchas las instituciones que se hallan implicadas en ese entorno, llevando a cabo programas sociales muy interesantes. Las necesidades son, sin embargo, demasiadas y todas ellas urgentes. Por eso, conviene analizar muy detenidamente los posibles proyectos y nuestras capacidades para afrontarlos. En este sentido, cobra especial relieve la necesidad de adecuar el proyecto o proyectos que se acometan a nuestras propias capacidades, sin olvidar que cualquier iniciativa que emprendamos precisará de una colaboración estrecha con entidades, instituciones o asociaciones conocedoras de la zona, arraigadas en el entorno, con credibilidad entre los vecinos y con experiencia contrastada en la asistencia social.
f) Finalmente, nuestra acción debe ser entendida desde las coordenadas de un compromiso estable, sólido y consistente que reclama la cotinuidad entre el culto y la caridad. Es el desafío de la autenticidad y del testimonio que nos urge a la “nueva evangelización” a la que nos convoca Su Santidad Juan Pablo II. Por eso, el salto cualitativo que la sociedad espera de nosotros tiene que cimentarse sobre una acción directa de nuestros hermanos, capaz de catalizar el enorme potencial de nuestras corporaciones en una acción transformadora de la realidad. Somos conscientes de las dificultades, pero estamos seguros de que si no desfallecemos en el empeño encontraremos entre todos un camino de acción que nos desarrolle aún más plenamente como hermandades y como Iglesia. Se trata en suma de responder al llamamiento de Su Santidad Juan Pablo II, en Novo Millennio Ineunte: “Es la hora de una nueva “imaginación de la caridad”, que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno” .

Las ideas que he expuesto en esta breve exposición no son más que unas cuantas iniciativas abiertas al debate y a la discusión: un conjunto de ideas, de directrices, alumbradas tras muchas horas de trabajo entre un grupo amplio de cofrades comprometidos firmemente en esta tarea. No constituyen nada más que eso: una serie de reflexiones, de orientaciones, que pensamos pueden ser de utilidad a nuestros Hermanos Mayores en este camino que con tanta ilusión como desconocimiento emprendimos hace ya algunos meses. Estamos persuadidos de que este repertorio de propuestas no constituye siquiera aún un proyecto en fase embrionaria y somos muy conscientes de que si algún día llega a ser algo será sin duda con vuestra participación y vuestra colaboración activa, comprometida y persistente; pero creemos firmemente que ha llegado el momento de dar un salto cualitativo allí donde la ciudad parece levantar todos los días el muro de la ignominia, de la indiferencia y del olvido; es el muro que nos separa de nuestros hermanos, un muro urdido con lágrimas, desesperación y miseria. Derribar ese muro es algo urgente: porque detrás de él hay personas de carne y hueso, seres humanos que precisan nuestra ayuda, personas a quienes aún podemos sacar de lo más profundo del pozo de la abyección, de la renuncia, de la apatía y del abandono.

Sevilla, 18 de marzo de 2004

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