Pontificia e Ilustre Archicofradía Sacramental del Sagrario de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia de la Catedral

Una venerable tradición afirma que la Hermandad Sacramental del Sagrario de la Catedral fue fundada por Doña Teresa Enríquez “La Loca del Sacramento”, en 1511, año en que llegó a Sevilla como integrante del séquito del Rey Fernando el Católico y de su segunda esposa Germana de Foix. Traía consigo la famosa Bula “Pastoris Aeternis” expedida en Roma el 21 de agosto de 1508.

A finales del siglo XVI se había extraviado la primitiva Regla, aprobándose otra el 21 de Mayo 1589 por el Provisor y Vicario General del Arzobispado hispalense el Lcdo. Bernardino Rodríguez. Poco después, el 17 de noviembre de 1607, era el Provisor D. Jerónimo de Leiva quien ratificaba unas nuevas Ordenanzas. Como era preceptivo, el Real y Supremo Consejo de Castilla aprobó otras Reglas el 19 de octubre de 1787. Las últimas por las que se rige datan del 26 de Abril 1993.El 15 de febrero de 1615 acordó mediante voto solemne celebrar anualmente una fiesta a la Inmaculada Concepción, siendo por tanto el primer acuerdo de carácter concepcionista formulado en Sevilla. Igualmente celebró juramento o voto de sangre para defender la Pureza sin Mancha de María el 23 de marzo de 1653.

Esta Archicofradía se encuentra incorporada en la del mismo título de la iglesia de Santa María sobre la Minerva del Orden de Predicadores de la ciudad de Roma, en la Pía Unión del Sagrado Corazón de Jesús y en la Orden de los Monjes Cartujos. Ostenta como uno de sus mayores timbres de gloria el que dos pontífices (además uno de ellos santo) hayan formado parte de su nómina de hermanos: León XII y San Juan XXIII, quien además le concedió el título de pontificia. Por otro lado, es costumbre inmemorial que los arzobispos de Sevilla ingresen también como hermanos de la archicofradía, norma que perdura en nuestros días. Asimismo son estrechísimos y ancestrales los vínculos que la unen al Excelentísimo Cabildo Catedral, fruto de los cuales son las prerrogativas de que goza la hermandad en el primer templo de la diócesis.

Sus fines son fomentar el culto público a la Sagrada Eucaristía y concurrir acompañando al Excelentísimo Cabildo Catedral en las procesiones que éste celebra. Dispone su anual procesión de impedidos en la mañana de la Dominica in albis, esto es, el segundo domingo de Pascua.Además de asistir corporativamente a los cultos organizados por el Cabildo catedralicio, por sí misma los tributa en honor del Niño Jesús, San Sebastián, el Cristo del Perdón, las patronas Santas Justa y Rufina, San Juan XXIII, San Millán de la Cogolla y la Inmaculada Concepción. Su Función Principal de Instituto tiene lugar el domingo siguiente a la festividad del Corpus, tras la cual celebra procesión con S. D. M. por el Patio de los Naranjos de la Catedral.

El patrimonio artístico es realmente digno de un museo, siendo una verdadera lástima que ahora no exista salón apropiado para contemplarlo reunido en toda su grandeza e integridad, pues la Hermandad perdió unos vetustos locales que tenía en el Patio de los Naranjos. En el apartado de escultura es pieza señera el Niño Jesús de Martínez Montañés, contratado en 1606 y cabeza de serie para divulgar uno de los modelos más prodigados por la estatuaria hispalense, siendo sin duda una de las imágenes emblemáticas no sólo de su autor sino del barroco hispánico. De finales del siglo anterior y atribuida a Gaspar Núñez Delgado es la soberbia cabeza de Ecce Homo modelada en barro cocido. Además deben citarse las dos imágenes de la Inmaculada, una de principios del Setecientos del cículo de Duque Cornejo y otra de mayor tamaño de la segunda mitad de dicha centuria, adquirida tras la venta al arzobispado de la colosal efigie labrada por Cayetano de Acosta en 1776. Un delicado Crucifijo de marfil del siglo XVI. Un estupendo paño mortuorio bordado en el siglo XVIII. Libros de Coro de 1596 y otros volúmenes de interés, uno de ellos con grabados de Juan Antonio Salvador Carmona, datables entre 1740 y 1805.

La Hermandad del Sagrario también cuida del culto y exorno del devoto Ecce Homo que se venera junto a la Puerta del Perdón con el mismo título, mirando para el patio de los Naranjos, en un buen retablo marmóreo de hacia 1724.Capitulo aparte merece la colección pictórica: Virgen de los Reyes con San Fernando, de 1606; Sagrada Cena, de Francisco Herrera el Viejo, 1616; Apoteosis de la Eucaristía, de Herrera el Mozo (hermano de la archicofradía), 1656, obra imitadísima por su atrevida composición y tintas vaporosas; toda una amena e ilustrativa serie bíblica de nueve lienzos por Matías de Arteaga (igualmente hermano de la sacramental), 1690; San Millán, por Bernardo Germán Llorente, 1740; y retrato del papa Juan XXIII, por Alfonso Grosso. Además de otras obras menores pero no por ello exentas de interés.En insignias sobresalen por derecho propio el Guión (1789), con valor modélico para otras corporaciones; está bordado con hilos de oro sobre tisú, siguiendo cierta disposición arquitectónica (columnas, balaustrada), lo cual sirve idealmente para enmarcar la escena de la Última Cena, junto a otros símbolos como el Agnus Dei, mientras en la parte inferior penden guirnaldas y campanitas para llamar la atención de los fieles y comunicarles que se acerca la procesión de Su Divina Majestad.

El grandioso Simpecado o Estandarte Sacramental obra de la bordadora Patrocinio López (1858), ha ejercido las mismas pautas magistrales, yendo profusamente bordado en oro sobre tisú de plata. Posee otros dos estandartes bordados sobre terciopelo negro (s. XVIII) y celeste (s. XIX) respectivamente.

En cuanto a la orfebrería son dignos de mención los ostensorios de plata: uno de estilo manierista de principios del siglo XVII del que penden campanillas, y dos de principios del XIX, particularmente el empleado por la archicofradía para los cultos solemnes con decoración neoclásica y astil en forma de columna sostenida por ángeles, así como el templete para exhibirlo (reaprovechado para el Niño Jesús durante el Corpus) de hacia 1830, yendo punzonado con el NO-8-DO y las marcas de Sánchez-Palomino.

Deslumbra un viril de gran riqueza, “con siete onzas y adarmes de oro, más de seiscientos diamantes, noventa y seis zafiros y veinticinco esmeraldas de sesenta y tres quilates”. Cáliz de filigrana y otras escogidas piezas de orfebrería, como seis blandones (fechados en 1719) muy semejantes a los que aparecen en el libro de dibujos para exámenes de plateros, y los cuatro del paso del corpus.

Por último, mencionar el carruaje donado por el infante don Carlos de Borbón y doña Luisa de Orleáns, procedente al parecer de la ”Corte chica” de los Montpensier y similar a otro de igual procedencia que posee la Sacramental del Salvador. Su destino ofrecía una doble función: protocolaria, como homenaje al Santísimo, y práctica, para resguardarlo si sobrevenía la lluvia durante el camino. En el caso del Sagrario esta carroza salió hasta el año 1964 aproximadamente. Actualmente se encuentra expuesto en depósito en el Museo de Carruajes ubicado en la Plaza de Cuba.

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